Cómo mejorar tu equilibrio.
El equilibrio es algo que debemos trabajar durante todas las etapas de nuestra vida. De niños, cuando aprendemos a caminar, saltar, andar en bici… y de adultos debemos seguir entrenándolo para mantenernos ágiles, prevenir caídas y lesiones y mantener nuestra calidad de vida.
Si has sufrido alguna vez una lesión en un pie (una fractura, un esguince…) sabrás que una de las cosas que ocurren cuando vuelves a caminar es que esa parte de tu cuerpo de repente parece que no funciona. No solo porque has perdido fuerza en esa zona, sino porque tienes la sensación de que ya no confías en ella. Esto ocurre porque nuestra propiocepción, es decir, nuestra capacidad para saber en qué posición está colocado nuestro cuerpo, se pierde al haber estado inmovilizados y sin apoyar esa pierna durante un tiempo.
Por eso es importante que recuperemos esa capacidad mediante ejercicios que nos ayuden a recuperar la masa muscular perdida y a entrenar nuestro equilibrio. De esta forma, lograremos una rehabilitación completa y evitaremos las típicas recaídas.
A continuación te cuento mis mejores consejos a la hora de trabajar el equilibrio:
Usa el sentido de la vista: cuando nuestra propiocepción está alterada, nuestros ojos pueden compensar esa carencia. Mira a un punto fijo cuando entrenes tu equilibrio y trata de mantener la concentración.
Hazlo con los pies descalzos y sobre una superficie firme: de esta forma, la musculatura de la planta de tus pies y tus tobillos se activará mucho más y se fortalecerá de una forma más saludable y equilibrada.
Respira: es importante mantener la calma y tener una actitud relajada. Aguantar el aire te hará tener una postura más rígida y te causará fatiga muscular, por lo que te caerás mucho más.
Ve de menos a más: el equilibrio se construye desde la base, empieza por los ejercicios más sencillos e intenta aguantar cada vez más tiempo, en vez de querer aumentar la dificultad cuanto antes.
Realiza ejercicios de movilidad activa antes de empezar: te ayudarán a despertar los músculos de esa zona, a mejorar la circulación sanguínea y a movilizar y liberar las articulaciones para que respondan mejor a los ejercicios. Si necesitas ayuda con esta parte, visita mi entrada: cómo cuidar tus pies.
Mantén una actitud de juego: para que tu equilibrio mejore, te vas a tener que desequilibrar muchas veces. No te enfades ni te impacientes, eso solo va a hacer que te frustres y abandones el proceso. Afróntalo mejor con curiosidad y sin expectativas, y confía en que los resultados aparecerán.
He preparado dos rutinas para que puedas empezar a trabajar todo esto, si quieres medir tu progreso apunta hasta qué parte de la secuencia has podido llegar y cuánto tiempo has aguantado en cada postura. Verás como en unos días ya notas el avance.